viernes, 10 de abril de 2009

Ya no voy en tren, voy en auto

Cuando me subo al auto me siento genial. Me coloco el cinturón de seguridad, pongo las luces bajas y enciendo el motor (todo en ese orden). Luego prendo el estéreo y elijo alguna musiquita para manejar. Si es de día que no sea muy rápida porque después me enstusiamo. Y arranco.

Pego la vuelta manzana para tomar la calle que sale al paso a nivel. Destruida por completo. Entonces hago om y le presto más atención a la música (que en estas semanas es mucho Los Amigos Invisibles). Luego llego a las vías y tengo que esperar como 15 minutos para que levanten las barreras. Pero, bueno, el tren tiene que pasar aunque no lo veamos.

En algún momento llego finalmente hasta Gaona. Ahí ya empiezan los problemas. Y la música empieza a ser insuficiente. Pareciera que todos los autos vinieran sin retrovisores y sin luz de giro. Además, a mí nadie me avisó del curso de telepatía. No quiero mencionar a los que van a 2 por hora por la izquierda.

Una vez que alcanzo la autopista, la cosa mejora un poco. En el peaje estoy atenta, porque empiezan a cruzarse de lado a lado para agarrar la fila más corta. Igual todas tardan lo mismo. Sigo camino y bajo en la salida de Boedo.

A esta altura tengo los nervios crispados. El trayecto hasta Medrano y Corrientes es imposible. En esos momentos quisiera tener un superpoder para desparecer a los conductores desaprensivos (quedaríamos 3 en la calle). O mejor, un lanzallamas, así los veo arder.

Doy varias vueltas para conseguir un dichoso lugar para estacionar. Cuando termino todo el trámite, estoy agotada. Me digo que es la última vez que voy en auto al trabajo.

Pero se que es mentira. Porque la vuelta a la noche es fabulosa. La onda verde de Gaona hasta Juan B. Justo es casi como videojuego. La curva de la rotondita de Velez a toda velocidad. Guau! A esta altura posiblemente esté escuchando Stray Cats o 50 Cent. A los palos.

Entro en la Autopista del Oeste con la ventanilla baja. El viento me da en la cara y la música al mango. El carril rápido casi vacío. Un placer. A veces quisiera seguir... no se... hasta Luján.

La noche de otoño es perfecta para manejar.

Llego a casa contenta. Las torturas de la tarde quedaron atrás. Y mañana volverán.

La autopista de noche también.

3 comentarios:

Ricardo Fasseri dijo...

Vas volando con la música, con la imaginación, con la sensación. Volás, vas más rápido cuando no te gusta, vas más lento cuando disfrutás.
No vas en tren, vas en avión... y no necesitás nada, nada alrededor...

Ricardo Fasseri dijo...

Te diste cuenta que es una letra de una canción?? pum!

Natalia, la capricorniana alegre dijo...

Quiero suponer que esa asumption es en chiste ¿no? ¿No viste la edad en mi perfil, nene? Cuando mis compañeras de séptimo grado estaban con los papeles de carta, yo ya escuchaba hip hop como una enferma encerrada en mi habitación, consumía todas las revistas de música del momento y grababa em mi memoria cuanta info anduviera dando vuelta. ¡Si hasta me acuerdo cuando Los Ratones Paranoicos aparecieron en la sección Bandas Subte del Sí de Clarín!

No me subestime, por favor. Menos en este tema.