miércoles, 30 de septiembre de 2009

Incesante parloteo


Las botas siempre me las dejo puestas. Las medias de liga también. A veces la ropa interior también se queda. Un poco de dificultad puede ser entretenida. La lluvia me corre el rimel. El pelo se me pega a la cara. La punta de mis botas de clava en el barro mientras se me ensucian las medias en la parte de las rodillas. Ya no estás arriba mío.


¿Querés que me calle de una vez? Fuck me then. A menos que te gusten las cosas que te digo.

Carta de amor N° 425

Posiblemente hoy o mañana vaya al cine a ver la película en cuestión. Estuve escasa de tiempo, pero no lo dilataré más. Después de Drag me to hell necesito emociones fuertes.

Ahora que lo pienso, lo único que logra emocionarme es el cine. O la música. Con la peli de Sam Raimi salí exaltada de la sala. Y cada vez que escucho 505 de Arctic Monkeys, viajo a otros lados mejores. A mí me tienen que golpear muy fuerte la rodilla para que reaccione. Ya ni el sexo me provoca demasiado. Y en mi persona eso es mucho decir. Me asusta perder la sensibilidad hasta de los estímulos físicos.

¿Nuestro amor virtual ya no es invencible? ¿Ha bajado los brazos? ¿Acaso no necesitamos, los dos, emociones? Apuesto a que podemos emocionarnos. ¿Usted no?

Es la una y media de la tarde. Estoy tomando una Cunnington mientras se descongela el estofado. Se que estarás trabajando. Me tienta pasar por la librería y verte. Pero no lo voy a hacer. Quiero escribirte. Quiero imaginarte. Quiero escucharte a través de tus palabras.

No puedo mandarte sólo un beso. No es mi estilo. Te mando doce besos. De todo tipo para que los distribuyas de la manera más creativa que se te ocurra. No son tantos. No los desperdicies.

martes, 29 de septiembre de 2009

No way


Una amiga me lo pasó por el msn porque “vive por tu zona”. Ja.

Chico del barrio. Chat va, chat viene. Bajista. Uy. Reconozco cierta debilidad por los músicos de poca monta, o aspirantes a tales. El muchacho era educadito, nada de cosas zarpadas, todo muy “quiero que seamos amigos”. ¿Qué le iba a decir? ¿Que no? Vamos para adelante.

Cena en casa de una amiga. Veo su laptop. No me resisto. El msn me llama. Empezamos a chatear a las diez y media de la noche y terminamos a las seis de la mañana. Evidentemente, no teníamos grandes planes para un sábado a la noche. Quedamos en que venía a mi casa al día siguiente. Debo reconocer que con este chiquillo (era más joven, obviamente, como me gustan a mí) había generado ciertas expectativas. Pero de la pantalla a la vida real hay abismos.

17.30. Puntual como poca gente. Cute boy. Barbita de músico. Gorrita de músico. Remera de músico.

“Traje las pelis que te dije”.

“Buenísmo”.

Pusimos la película después de charlar un rato. Peli divertida y charla muuuy amena. Cada comentario nos acercábamos más.

“¿Te molesta que me siente tan cerca tuyo?” dice con cierto dejo de timidez.

Sonrío, invitadora.

“No.”

“¿Y si te beso?”

“Tampoco.”

Polvo de estrellas: cuatro unidades. Muy bien por el chico.

Más tarde pedimos una pizza con coca. El joven no quería tomar alcohol. Ni vino. Oh, oh. Vamos a hacer de cuenta que aquí no pasó nada. Llega la pizza y le doy plata, convencida de que después de ahorrarle el telo y brindarle un placer supremo, la iba a rechazar. Pero no. El muy rata agarró la guita, puso un poco más y bajó a buscar la pizza. Yo estaba descalza y no tenía ganas de salir.

Comimos, mientras terminábamos de ver otro film. Yo estaba muy cansada y quería dormir. Lo invité (no aprendo más) a quedarse pero adujo algunas excusas y se fue.

Hubo intentos de comunicación posteriores. Pero se quedó sin crédito en el teléfono y no le compraba una tarjeta.

NO hago más beneficencia. Para eso está Cáritas. Además, necesito cambiar el auto.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Del msn


Natalia, la capricorniana alegre dice:
Tengo la casa llena de vaquitas de San Antonio

N dice:
suerteeeeee

Natalia, la capricorniana alegre dice:
Vienen con el viento

Natalia, la capricorniana alegre dice:
Me dan miedo los insectos


La imagen es de Böhringer Friedrich

Carta de amor N° 115


No puedo creer lo que me pasa. Nunca pensé que volvería a sentir esto. Un sentimiento tan… cómo será que no encuentro las palabras. Este deseo incontrolable de tenerte a mi lado. La necesidad urgente de tocarte, de besarte.

Y cada vez que tenemos sexo… ¡Dios! El recuerdo queda filmado en mi cabeza, como tatuado en mi piel. Es embriagador. Y como un alcohólico no puedo esperar a tenerte otra vez.

Te extraño tanto que siento que me desgarro por dentro. Me doy cuenta de que no puedo estar lejos tuyo.

Cuando escucho tu voz en el teléfono mi corazón se detiene, mi respiración también. Todo mi cuerpo se concentra en los oídos para captar cada sonido, cada vibración de tu voz. Tus palabras dulces me enloquecen. Quiero que estés acá conmigo, o estar allá con vos. Haría cualquier cosa por verte.

Se que volvés pronto, pero no me aguanto. Te extraño demasiado.

Cazador


Noche de eléctrónica. De las de antes. Buena música, poca gente. Having fun acosando a Sharly de los DDT que cada vez que me veía se ponía pálido.

Yo bailaba feliz y sacada, como siempre, con mi corsetito de vinílico negro, mis botas de plataforma y mis infaltables medias de red. Entre tanto baile y alegría termino bailando frente a un joven. Cute boy. También se lo veía feliz a juzgar por la preciosa sonrisa en su rostro. Tuvimos esa conexión que tienen los que bailan frente a la cabina del DJ toda la noche.

Tanto salto y jolgorio me agotan un poco. Me siento en unas gradas y al rato se acerca y me ofrece cerveza (¡con esa sonrisa!). Beso. Más besos. Second base.

Mis amigos reclaman: time to leave.

“No tengo teléfono”.

Por supuesto.

“Vení para mi casa directamente”.

Oh.

“Tomá”.

Y me da ¡un silbato! Sí. De plástico verde y amarillo. Acepto y lo miro con cierta confusión.

“No anda el timbre. Tocá el silbato y bajo abrirte.”

La sonrisa de Colgate, la sensación de sus manos hábiles aún en mi cuerpo…

“Ok”.

El chico en cuestión vivía en un sexto piso en Montevideo entre Lavalle y Tucumán.

Escena: día de semana, tres de la tarde, un mundo de gente. Yo, paradita en la vereda de enfrente con el silbato en la mano.

No soy una persona que se amilane fácilmente ni le tengo miedo al ridículo, pero de vez en cuando tengo momentos de lucidez. Ese fue uno de esos.

Decido chamuyarme al portero para que me deje entrar al building a fuerza de sonrisas y extrema simpatía. Al buen señor no le caían muy bien “los que viven en ese departamento”, pero finalmente me dejó pasar.

La puerta del departamento tenía un cartón en vez del vidrio correspondiente. Me entró la sospecha de que eran ocupas. Seguí adelante (ustedes no habían visto esa sonrisa) y golpeé la parte de madera de la puerta.

Se abre un poco el cartón y se asoma el chico.

“Hola”.

Saca la mano por el hueco del cartón y abre la puerta desde afuera.

“No se abre desde adentro” explica ante mi mirada.

Contra el sentido común, entro al lugar.

Adentro. Vivían entre cuatro y cinco personas. Caos total. Una sola lamparita viajaba de cuarto en cuarto para iluminar la estancia. Mucho desorden y otras cosas.

Dejo que la sonrisa que ilumina más que la lamparita me guíe. El chico cumple con lo que sus manos habían prometido y más. Fuma su marihuana que yo rechazo cortésmente. Nueva ronda.

Hora de irse. Oscurecía y ya no se veía mucho dentro de la habitación. La lamparita estaba en el living.

“Te llamo y arreglamos”.

Claro…

“Ok”.

Llamó, nomás. Arreglamos. Fui. Y me hice amiga de la otra gente que vivía ahí mientras esperaba que el niño llegara (los juegos de rol le hacían perder la noción del tiempo). También ahí descubrí las historietas de Cazador, lo más importante de esta maravillosa experiencia.



Cazador, creado por Jorge Lucas, Ariel Olivetti, Mauro Cascioli y Claudio Ramirez

Fun, fun, fun

La furia de las pestes



"Entonces sintió, profunda en el estómago, la herida tajante. Cayó de rodillas. Había dejado que se desparramara el azúcar, y el recuerdo del hambre crecía sobre el valle con la furia de las pestes."

Del cuento "La furia de las pestes" del libro "Pájaros en la boca" de Samanta Schweblin.

Absolute fun


G. I. Joe: The Rise of Cobra= Team America + Star Wars