domingo, 24 de mayo de 2009

Final para otro cuento

Tuvo la sensación de que alguien lo estaba mirando. Se dio vuelta y no vio a nadie. Esperó unos segundos, pero no escuchó nada. Pensó que estaba paranoico.

Se asomó al pasillo y miró hacia los costados. Vio cómo se cerraba bruscamente la puerta contigua, y se escondió de inmediato. ¿Lo habrían estado espiando? Los dueños del departamento habían hecho bastante escándalo. Tal vez algún vecino curioso. Si alguien lo había visto estaba acabado. Había utilizado guantes para no dejar huellas, pero olvidó protegerse la cara. Cualquiera podría reconocerlo.

Tenía que dejar el departamento ya. Salió sin hacer ruido. Caminó hasta la puerta vecina. Se acercó y escuchó. Quizás había sido alguien que recién llegaba, aunque fuera tan tarde. Quiso girar el picaporte pero fue inútil, el pomo no se movía. Se quedó parado sin saber qué hacer. Pensó que si entraba se evitaría cualquier riesgo. Retrocedió unos pasos y pateó la puerta. La cerradura saltó y entonces se encontró con el minón más impresionante que había visto en su vida.

Era hermosa, casi perfecta, incluso más ahora cuando se lanzaba corriendo hacia una puerta para huir. Cruzó la sala en dos zancadas y la agarró de los pelos antes de que la mujer se metiera en la cocina. La atrajo hacia su cuerpo por detrás, sintió su piel, la olió. Se excitó casi tanto como con la sangre. Le acarició el pelo dorado mientras ella temblaba. Podía sentir su terror, cómo se tensaba ese cuerpo, cómo se le crispaban las manos. Se le estaba parando y se apretó aún más contra ella, para que viera, para que supiera.

La muy puta se desmayó. Todas las mujeres eran iguales. Estaba pálida, con los ojos cerrados y una mueca de terror que lo excitaba a más no poder. Se puso pesada, como muerta. Sobresaltado, le tocó el cuello. Sintió el latido en la vena, la sangre seguía fluyendo cálidamente dentro de ese cuerpo. La depositó en el suelo con cuidado y miró alrededor, buscando algo para llevarse. Dio vuelta el departamento hasta que encontró la plata. Luego tomó un cuchillo de la cocina y le hizo un tajo en la cara. La sangre, a borbotones, cayó hasta el piso.

Le dio un beso en los labios ensangrentados y se fue por dónde había entrado, caminando tranquilamente.


El final de cuento es mío. La imagen es de Conrad Roset.

7 comentarios:

delivery post-crucifixión dijo...

Incapacidad de dar y aceptar afecto..., acompañado por un afán de posesión: la marca es una "señal" de su atraco...

Incomprensión cabal del "ser femenino"...

Un caso parecido al anterior, pero éste enfermizo, patológico. Pocas posibilidades de recuperación...

Pablo dijo...

No se...un minón...excitado...¿solamente un beso?...¿y la melba?

Natalia, la capricorniana alegre dijo...

R.P.: Esto es ficción pura salida de mi cabecita. ¿Qué significa entonces?


Pablo: pero si se desmayó ¿cómo hace con las Melba?

delivery post-crucifixión dijo...

Hola Natalia; sí ya sé que es ficción "salida de tu cabecita", pero bueno yo la interpreto así..., supongo que signfica como cada uno lo comprende.

Cariños!

Natalia, la capricorniana alegre dijo...

R.P.: Por supuesto. De ese trata la literatura ¿no?

Little kisses for you

Artus dijo...

No se puede negar q' posees una imaginación frondosa. A mí me cuesta escribir sobre violencia, por eso me gustó lo tuyo; pocas palabras para ponernos atentos.

Milady, mis respetos.

Natalia, la capricorniana alegre dijo...

Artus: muchas gracias por sus palabras.

Mis respetos para usted también.