domingo, 10 de mayo de 2009

Al aire libre

Fue en una fiesta hip hop en algún lado del centro. Minishort, remerita transparente para dejar ver el corpiñito de encaje y borcegos (cómodos para bailar). Fiasco total, nadie bailaba. Bueno, tan total no: apareció el muchacho. Bonito, atuendo hiphopero, jovencito. Entre tanto empujón, el roce fue inevitable. Palabras de disculpas, sonrisas. Charla amena a un costado, lejos del tumulto. Algún beso fugaz. Intercambio de números telefónicos. Llamadas varias. Citas varias.

El joven era de Caballito, así que no se iba a molestar hast el oeste del conurbano bonaerense, entonces viajé en el Sarmiento hasta allí (es que era muy lindo y tengo alma de sacrificio). Allí me esperaba el jovenzuelo. Piquito.

Pollera tubo negra con un cierre metálico hasta la cintura en la parte de atrás, muy easy access, botinetas con plataformas y remerita super ajustada también negra que evitaba el uso de corpiño. Como era verano no había medias. Sencilla la cuestión. Él: similar atuendo hiphopero.

¿Adónde querés ir?

Lo miro fijo y le digo.

No se, ¿qué querés hacer?

¿Vamos a dar una vuelta?

Joven, hiphopero y pobre. ¡Cartón lleno! Y bueno, ya que estamos en el baile, bailemos me dije. Era tan bonito.

Siete de la tarde paseando de la mano por Caballito vestida así. Un placer.

Te traje la última edición del fanzine que hacemos con mis amigos.

Me da una revistita horrriblemente editada con unas historietas aún peores, una de las cuales escribía él. ¡Encima era artista! Pero si tengo un ojo yo... Ojeada de compromiso. Mentira piadosa.


Muy buena la gráfica.

La revista terminó en mi cartera de vinílico negro. Íbamos llegando a Plaza Irlanda. (Por suerte ahora tengo auto y ya no tengo que soportar esa interminables caminatas por un poco de sexo fugaz). Me puse cariñosa, tanto caminar y su cercanía esquiva me habían animado. El chico respondió bien.

Nos sentamos en un banco de la plaza. Atardecía y el lugar estaba bastante concurrido. Algunas personas haciendo gimnasia, otras paseando el perro, algunas sus hijos. Típica tarde de verano en una plaza de Capital.

Nosostros empezamos a los arrumacos. Y nos entusiasmamos. Nos entusiasmamos muchos. Jadeo va, jadeo viene.

No tengo plata para el telo.

¿Quién dijo que había que ir a un telo? ¿Nunca lo hiciste en un lugar público?

Mirada de sorpresa. Inmediatamente de lascivia. En diez segundos me puse su enorme camisa hiphopera, y el cierre de mi pollera estaba completamente abierto. La gente que pasaba sospechaba algo, pero nadie dijo nada.

Caminata de vuelta hasta la estación. Besos varios. Vuelta en tren.

Llamadas telefónicas varias. Un par de citas más. Al chico le dio agarofobia, pero como era un niño rico con tristeza seguía sin plata para el telo pero sí para el siguiente número del fanzine. ¡Ay! Los artistas.

4 comentarios:

Ricardo Fasseri dijo...

Tus relatos me hacen acordar siempre a Rita Lee. Ella cuenta una historia similar en un baño público de la Estación... Y es así, en la vida no viene todo junto, viene en pedazos... la vida es un collage...

Natalia, la capricorniana alegre dijo...

No escuché muchas canciones de Rita Lee, pero siempre me cayó simpática.

Y de a pedacitos nos vamos armando...

delivery post-crucifixión dijo...

Por mí, y eso que de jovencito siempre fui bonito (lo sigo siendo pero con canas...), ninguna chica realizó un viaje tan largo en tren en su primer encuentro.

En fín, que suerte la de este muchacho...!!

besito

R.P.

Natalia, la capricorniana alegre dijo...

Bienvenido R.P.!

Sigo viajando, nomás. Y eso que también soy bonita.

Besito para usted también.