
Noche de disco. Ya no recuerdo cuál era. Era una de esas noches de salidas en solitario, mis amistades no estaban disponibles. Me calcé la minifalda y las plataformas, me subí al tren y llegué a Once. Me tomé un colectivo para Palermo así que debería haber sido un lugarsucho de por ahí.
La música estaba bien. El público no tanto. Pero, bueno, es lo que había y no tenía ganas de seguir viajando. Así que ahí me quedé, bailando tranquila y rechazando cortésmente (como siempre) ofertas de diversa índole.
La música estaba bien. El público no tanto. Pero, bueno, es lo que había y no tenía ganas de seguir viajando. Así que ahí me quedé, bailando tranquila y rechazando cortésmente (como siempre) ofertas de diversa índole.
Pasó la hora y la noche se estaba tornando aburrida. Cinco de la mañana: hora de elegir algo para no irse con las manos vacías. Ya a esta altura las pretensiones (que nunca fueron demasiadas) habían desaparecido.
Y ahí aparece el muchacho, no muy agraciado por cierto. Sospecho que en una situación similar a la mía. Sonrisas. Charla amable. Acercamiento. Recuerden que son las cinco, queda poco tiempo. Besos. Algunos manoseos leves. Otros manoseos menos leves. Propuesta indecente. Obviamente, es aceptada y partimos en un taxi. En un auto hubiera estado bueno pero el joven andaba a pata. Más mimos.
Depto pequeño y medio desordenado. Pero ¿a quién le importaba? Cama enorme. Juegueteos cada vez más subidos de tono. Escenas hot. Multiorgasmos a full.
Pero el chico no acababa. Y pasaban las horas. Nada. Ya de tanta vuelta me estaba cansando. Había amanecido y como que me habían venido ganas de ir a dormir.
¿Todo bien?
Sí. ¿Por qué?
No, nada.
Y captó la onda. Con una sonrisa de ganador dice:
Yo no acabo, practico sexo tántrico.
¡La mierda! Pero mirá que me los elijo, dije para mis adentros.
Encontré una excusa para escaparme y descansar.
Ante mi precipitada huída pide teléfono y se lo doy (falso, por supuesto). Entonces, comenta:
Igual nos podemos ver en la facu.
Alarma de submarino.
¿Sí?
Trato de evitar una cara de horror.
Soy profesor de matemática del CBC.
Me pasé varios meses evitando el patio.