domingo, 6 de septiembre de 2009

Cazador


Noche de eléctrónica. De las de antes. Buena música, poca gente. Having fun acosando a Sharly de los DDT que cada vez que me veía se ponía pálido.

Yo bailaba feliz y sacada, como siempre, con mi corsetito de vinílico negro, mis botas de plataforma y mis infaltables medias de red. Entre tanto baile y alegría termino bailando frente a un joven. Cute boy. También se lo veía feliz a juzgar por la preciosa sonrisa en su rostro. Tuvimos esa conexión que tienen los que bailan frente a la cabina del DJ toda la noche.

Tanto salto y jolgorio me agotan un poco. Me siento en unas gradas y al rato se acerca y me ofrece cerveza (¡con esa sonrisa!). Beso. Más besos. Second base.

Mis amigos reclaman: time to leave.

“No tengo teléfono”.

Por supuesto.

“Vení para mi casa directamente”.

Oh.

“Tomá”.

Y me da ¡un silbato! Sí. De plástico verde y amarillo. Acepto y lo miro con cierta confusión.

“No anda el timbre. Tocá el silbato y bajo abrirte.”

La sonrisa de Colgate, la sensación de sus manos hábiles aún en mi cuerpo…

“Ok”.

El chico en cuestión vivía en un sexto piso en Montevideo entre Lavalle y Tucumán.

Escena: día de semana, tres de la tarde, un mundo de gente. Yo, paradita en la vereda de enfrente con el silbato en la mano.

No soy una persona que se amilane fácilmente ni le tengo miedo al ridículo, pero de vez en cuando tengo momentos de lucidez. Ese fue uno de esos.

Decido chamuyarme al portero para que me deje entrar al building a fuerza de sonrisas y extrema simpatía. Al buen señor no le caían muy bien “los que viven en ese departamento”, pero finalmente me dejó pasar.

La puerta del departamento tenía un cartón en vez del vidrio correspondiente. Me entró la sospecha de que eran ocupas. Seguí adelante (ustedes no habían visto esa sonrisa) y golpeé la parte de madera de la puerta.

Se abre un poco el cartón y se asoma el chico.

“Hola”.

Saca la mano por el hueco del cartón y abre la puerta desde afuera.

“No se abre desde adentro” explica ante mi mirada.

Contra el sentido común, entro al lugar.

Adentro. Vivían entre cuatro y cinco personas. Caos total. Una sola lamparita viajaba de cuarto en cuarto para iluminar la estancia. Mucho desorden y otras cosas.

Dejo que la sonrisa que ilumina más que la lamparita me guíe. El chico cumple con lo que sus manos habían prometido y más. Fuma su marihuana que yo rechazo cortésmente. Nueva ronda.

Hora de irse. Oscurecía y ya no se veía mucho dentro de la habitación. La lamparita estaba en el living.

“Te llamo y arreglamos”.

Claro…

“Ok”.

Llamó, nomás. Arreglamos. Fui. Y me hice amiga de la otra gente que vivía ahí mientras esperaba que el niño llegara (los juegos de rol le hacían perder la noción del tiempo). También ahí descubrí las historietas de Cazador, lo más importante de esta maravillosa experiencia.



Cazador, creado por Jorge Lucas, Ariel Olivetti, Mauro Cascioli y Claudio Ramirez

1 comentario:

Diego Bondarchuk dijo...

-" Aguante la concha!!!!!!!!" jajajaja Esa frace es buenisima! Aguante Cazador!!!
Besos
Padawan Piculo!!!