jueves, 25 de junio de 2009

Mañana de invierno


Sonó el despertador a las seis y media. María Victoria estiró la mano como todos los días y lo apagó antes de abrir los ojos. Acarició a Juan para despertarlo. Él se dio vuelta y le devolvió la caricia. Ella prendió el velador y se levantó. Hacía mucho frío. Toda la semana había sido helada y costaba más levantarse tan temprano.

Fue hasta el baño y se lavó la cara. Y mientras Juan se bañaba ella preparó el desayuno. Habían adquirido la costumbre de tomar capuccino instantáneo con galletitas de chocolate. A los dos les encantaban.

Volvió a la habitación. Prendió la radio para escuchar el pronóstico que ya conocía: era invierno. Un día más. De fondo se escuchaba la ducha de Juan. Se va a morir de frío, pensó. Iba a tratar de convencerlo de que se secara el pelo como todos los días y él se iba a negar. Como todos los días.

Buscó en el placard qué ponerse. Pero no tenía ganas de pensar. Decidió ponerse la misma ropa que el día anterior. Con cambiar el sweater alcanzaba. Se vistió en un santiamén y fue hasta el comedor a preparar la mesa. Cuando Juan saliera del baño ella entraría a maquillarse en cinco minutos. Tiempo record del cual estaba orgullosa.

Juan salió tiritando. ¿Prendiste la estufa? Sí, pero hace dos grados. Siguió su apresurado camino hacia la habitación par vestirse. Secate el pelo, le dijo desde la mesa. No, no hace falta. Te vas a enfermar. Parecía un deja vu. No te preocupes. Si voy en el auto. Prendo la calefacción y listo. Definitivamente, era un deja vu.

Volvió vestido y sentó con ella. Tomaron el capuccino caliente y se reconfortaron. Se sonrieron mutuamente. María Victoria pensó que eran felices. Yo me llevo el Ka, dijo. Ya lo se, le dijo Juan todavía sonriente, si te encanta. Chiche nuevo, respondió ella comiendo una galletita.

Terminaron el desayuno organizando las cosas del día. Cada uno tomó sus cosas y abrigos y bajaron hasta la cochera. Se despidieron con un beso en los labios, sabiendo que se mantendrían en contacto a pesar de sus obligaciones diarias.

Juan se fue en el Gol y María Victoria se subió al flamante Ka. Era un auto usado, pero era su auto nuevo. Ahora podían ir los dos en auto al trabajo todos los días, sin tener que turnárselo.

Su marido salió primero y ella lo siguió. En la esquina sus caminos se separaban y se saludaron con el clásico bocinazo.

María Victoria giró a la izquierda y avanzó.

Dos cuadras más adelante…

No la vio venir. Sólo supo que la moto apareció en la trompa de su auto. Sólo vio volar por el aire a sus dos ocupantes. Sólo atinó a frenar y bajarse del auto para ver qué había sucedido.

Se sentía como en una nube. El paragolpes del auto había quedado destruido. Como el cuello del conductor de la moto que estaba tirado en el piso en una posición imposible. El acompañante gritaba.

Los otros autos frenaban. Algunos empezaron a llamar a la ambulancia.

María Victoria sacó su celular y llamó a Juan. El teléfono estaba apagado.

Llegó la ambulancia. Luego la policía.

Intentó otra vez con el teléfono. Esta vez estaba prendido. Juan atendió.

– ¿Juan?

– Si, Mavi. ¿Qué pasa?

– Maté a un tipo, Juan.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenisimo!!! Estas super inspirada!!! Besos

Padawan Piculo

Gabriela dijo...

ay dios.. que momento de mierda!!
a veces fantaseo con eso... que pasa cuando una pisa a un señor?

Y a mis hijos.. quien los cuidarà?

y mis cosas... quien las acomodarà?

no pienso en mi.... pienso en los y lo mìo... cosas raras de la psique.

Muy bueno natalia!

Natalia, la capricorniana alegre dijo...

Gabriela: gracias!
Es terrible que pueda pasar algo así, de golpe...

Diego Bondarchuk dijo...

Y por eso las mujeres no tiene que manejar!!!

Padawan Piculo

besos

Sergio Edgardo dijo...

¡Por el sabor de BoraBora, que blogue y blogue Natalia!; con miel de abejas, miel de caña, camuatí; que nadie se aburre en Bora Bora, ¿o sí?, ja jo ji.
De esta construcción, el cuento «Mañana De Invierno»: conceptuándome la "normalidad" de las existencias apoyadas en la fatalidad de detalles y cosas: "burbuja" que se quiebra por la decadencia súbita del "accidente". Completamente comprensible: mentes ocupándose detalles mundo: lecho, desayuno, autódromo. Con otros detallamientos replicantes no se suma, no se le acrece mundo al mundo, suponiéndome que con voces de convivencia sí. Mavi y Juan hablan muy bien; ¿y esas otras historias, voces imaginables ahí, las de la poli y los ambulanceros, y los "curiosos"?
Invito a los boraborenses para que me opinen en las Hipersalenas. Plenos Saludos. Ser